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Adelardo López de Ayala
Ausencia
La piedra imán recibe de una estrella
el influjo en que busca su gobierno
la nave audaz, y, en éxtasis eterno,
contempla enamorada su luz bella.
Siente en su espalda el mar la blanda huella
de la luna gentil, y, amante tierno,
suspira y gime, o, con furor interno,
en cien montañas a la par se estrella.
¡Ama una flor al luminar del día;
dispersas y apartadas, sus amores
se comunican las flexibles palmas...
¿Por qué, ausente, no escuchas la voz mía?
¿Por qué sienten mejor el mar, las flores,
y hasta las mismas piedras que las almas?