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Adelardo López de Ayala
A Isabel
De Málaga la tierra encantadora
puso en tu frente cuantas rosas crías,
y el espléndido sol de Andalucía,
en tus ardientes ojos se atesora.
Cuando la risa endulza y aminora
el rayo audaz que tu mirada envía,
el alma se estremece de alegría,
bañada en luz de la primer aurora.
Un espejo te mando... -¡Error profundo!
Si al retratarte, el gozo te despierta
de admirar en tu rostro un paraíso,
mustio después encontrarás el mundo,
y temo que el espejo se convierta
en la encantada fuente de Narciso.