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    Amalia Domingo Soler

    El mártir de los siglos

    En todas las edades el Gólgota ha existido,
    y en su elevada cumbre se levantó la cruz,
    en donde muchos hombres de genio han sucumbido
    por el delito grave de presentar la luz.

    La historia de los siglos conserva en sus anales
    de tanto ilustre mártir sangrienta tradición;
    que fueron en la tierra auroras boreales,
    fugaces meteoros, de clara irradiación.

    ¡Misterio inconcebible..! Porqué los hombres todos,
    rechazan obstinados la luz de la verdad?
    ¿porqué de mil maneras, y de distintos modos,
    se encierra en su ignorancia la pobre humanidad?

    Dos sombras colosales contemplo en el pasado:
    á Sócrates el sabio y á Cristo el salvador;
    murieron como genios; el uno envenenado,
    y el otro en el suplicio del torpe malhechor.

    Los dos reformadores que al mundo presentaron
    el código perfecto de ley universal,
    en premio á sus afanes, ¿qué lauros alcanzaron?
    dejar violentamente la vida material.

    Después en otra escala, se encuentran muchos nombres
    de genios que iniciaron la ley de rotación,
    que hallaron continentes con razas de otros hombres:
    ¡hosanna á la memoria de Galileo y Colón!

    El fluído inteligente, la esencia de la vida,
    á la que prestó forma el grande Guttember,
    ¡la imprenta! que trasmite la queja dolorida,
    los himnos de victoria, los hechos del ayer...

    También tuvo enemigos, también usurpadores.
    ¿Y cómo no tenerlos tan mágica invención?
    si siempre el adelanto encuentra impugnadores,
    si es mártir de los siglos la civilización...!

    La lucha despiadada, la guerra fratricida,
    el antropomorfismo que excita nuestro ser,
    cuando pulverizamos negándole la vida,
    á todo lo que el hombre no puede comprender.

    Diciendo que son locos los genios inmortales
    que á demostrarnos vienen la ley de gravedad:
    á los que nos descifran problemas siderales,
    aquellos que nos dicen: ¡avanza humanidad!

    ¿Qué sombra nos persigue, que estamos condenados
    á correr, pobres ciegos, tras de nn absurdo en pos?
    ¿porqué á las negaciones vivimos enlazados,
    que por negar negamos, hasta la ley de Dios?

    ¿Pues qué otra cosa han hecho las torpes religiones?
    han definido acaso la esencia del gran Ser?
    le hicieron cual nosotros, con odios y pasiones:
    audacia que no puedo ni acierto á comprender.

    El mártir de los siglos avanza en su carrera;
    el genio del progreso sus alas extendió;
    vertió el oscurantismo su lágrima postrera,
    y un algo más grandioso el hombre presintió!

    La nada ya no existe; la vida se eterniza;
    los átomos se unen formando un nuevo ser;
    expléndida esperanza al hombre vigoriza,
    y enlaza su mañana con su perdido ayer.

    Los seres que en la tierra nos dieron su ternura
    nos cuentan triste historia de lágrimas y amor,
    y el alma enamorada, sin pena ni amargura,
    acepta resignada su herencia de dolor.

    En todas las edades el Gólgota ha existido,
    es mártir de los siglos la civilización...!
    tal vez, oh espiritistas! habremos conseguido
    que tenga su vía crucis ¡feliz terminación!

    Luchemos con denuedo, luchemos á porfía,
    llevando por escudo amor y caridad;
    y no olvidemos nunca al que nos diera un día
    á la mujer derechos y al hombre libertad.

    Hermanos de ultratumba que estais en otra esfera,
    prestadme vuestro aliento, prestadme inspiración:
    decidme que es eterna del hombre la carrera,
    que límite no tiene la humana perfección!


    1874.




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