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    Antonio García Gutiérrez

    Recuerdos

    Volved, alegres sueños,
    que de mi edad primera
    las gratas ilusiones
    besabais con amor.
    ¿Por qué sin vuestro encanto,
    en mi desdicha fiera,
    ensueños dolorosos
    me asaltan con horror?
    ¿Por qué la paz tranquila
    de mi tranquilo pecho
    cual disipada niebla
    huyó de mí fugaz?
    ¿Por qué desde que gimo
    en triste amor deshecho
    no hay para mí ventura
    ni hay para mí alma paz?
    ¡Oh! ¡Nunca por mi daño
    tus límites pisara,
    infierno de la vida,
    inquieta juventud!
    Y antes que mi inocencia
    veloz se disipara,
    durmiera yo en la tumba
    con eterna quietud.
    Volad, mis pensamientos,
    en alas de la mente,
    y mis recuerdos vagos
    de Elisa Acariciad.
    Y como luz hermosa
    del ampo refulgente
    mostradme los hechizos
    de su infeliz beldad.
    Aquel amor sin celos,
    sin penas ni amargura,
    aquel afan sencillo
    del blando corazón.
    Todo era en ella dulce,
    perfecta su hermosura,
    sus ojos apacibles,
    tranquila su pasión.
    Pero murió, y yo ciego,
    en tempestad violenta
    maldigo ya la ida
    sin mi perdido bien.
    Y en procelosa noche
    la bárbara tormenta
    con honda furia estalla
    sobre mi helada sien.
    ¿Por qué ¡oh verdad!, rasgaste
    los misteriosos velos
    de aquellas ilusiones
    de plácida ficción?
    Mentidos paraísos
    y nacarados cielos,
    ¿era mentira y humo
    vuestra feliz mansión?
    Aquellas esperanzas
    que el alma concebía
    al penetrar el mundo
    por el fatal dintel,
    todo desvanecido
    con el dolor de un día,
    irrita los tormentos
    de mi pasión cruel.
    El corazón gastado
    de dulces sensaciones,
    sus férvidas tormentas
    se goza en arrostrar.
    Y para más congoja,
    mis blandas ilusiones
    la realidad horrible
    se afana en desgarrar.
    Huyéronse livianas
    las nubes vaporosas
    que el claro sol cubría
    de purpurado tul.
    Y ya negras tinieblas
    de sombras temerosas
    del limpio cielo empañan
    en trasparente azul
    Y pasa un día y otro,
    y sin cesar me pierdo
    por la gastada senda
    de lo que ya no es.
    Y voy, arrebatado
    en su inmortal recuerdo,
    sus huellas deliciosas
    borrando con mis pies
    Sin porvenir, sin gloria
    deseperado gimo,
    esclavo de la vida
    en la prisón servil
    Mis días se resbalan,
    y solo y sin arrimo,
    la muerte pido al cielo
    con ansiedad febril
    ¡Adios recuerdos tristes
    de mi fugaz ventura;
    adios, afán sencillo
    del blando corazón!
    Perdílo todo a un tiempo;
    su cándida hermosusra,
    sus ojos apacibles,
    su tímida pasión.
    Murió, murió, y sin calma,
    en tempestad violenta
    maldigo ya la vida
    sin mi perdido bien.
    Y en procelosa noche,
    la bárbara tormenta
    con honda furia estalla
    sobre mi hela sien.




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