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Un estudio realizado durante 22 años encuentra asociación entre la exposición infantil a pesticidas y el adelanto en la pubertad
Un estudio realizado en población infantil española, con seguimiento desde el embarazo hasta la adolescencia (una media de 22 años), ha encontrado asociación entre la exposición de los niños y niñas a pesticidas y fungicidas y un adelanto en la pubertad.
El trabajo ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR), del Instituto de Investigación Biosanitaria (ibs.GRANADA) y del CIBERESP (ISCIII).
Se trata de una nueva investigación sobre exposición humana a contaminantes hormonales y efectos en la salud materno-infantil del grupo multidisciplinar Infancia y Medioambiente (INMA), en el que participan distintos centros de investigación de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell, Menorca, Valencia y Granada.
La investigadora del ibs.GRANADA y del CIBERESP, Carmen Freire, responsable de esta publicación, apunta que muy pocos estudios han investigado hasta la fecha la relación que existe entre la exposición a los pesticidas de uso actual y la edad a la que aparece la pubertad en niñas y en niños, a pesar de que el adelanto del desarrollo puberal es un hecho frecuentemente observado en la clínica pediátrica, especialmente en niñas, y cuyas causas no son bien entendidas.
En este estudio se evaluó la asociación entre varios metabolitos urinarios de pesticidas no persistentes y el desarrollo puberal en niños y niñas de zonas urbanas y rurales de España, teniendo en consideración la obesidad, por ser un factor de riesgo en el adelanto del desarrollo.
Los pesticidas se utilizan en la producción agrícola, además de en entornos urbanos y domésticos. La principal vía de exposición en la población general es la dieta, especialmente a través del consumo de frutas y verduras de producción convencional.
Una vez en el cuerpo humano, estos pesticidas se metabolizan rápidamente y se eliminan en la orina. Estudios experimentales sugieren que algunos pesticidas no persistentes pueden actuar como sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, conocidas como disruptores endocrinos.
El aumento de la exposición a estos disruptores endocrinos en las últimas décadas puede ser uno los factores responsables de la tendencia hacia un inicio más temprano de la pubertad en las niñas, y posiblemente también en niños.
En este trabajo, los investigadores analizaron muestras de orina de 606 niñas y de 933 niños, de edades comprendidas entre los 7 y los 11 años, que participaban en el estudio INMA entre 2010-2016.
El análisis midió la concentración de cuatro metabolitos de insecticidas organofosforados, incluyendo clorpirifós, diazinón y piretroides, ampliamente utilizados en el control de plagas agrícolas, además de fungicidas ditiocarbamatos, como mancozeb.
Los resultados obtenidos muestran que, en las niñas, mayores concentraciones urinarias de residuos de fungicidas e insecticidas se asociaron con una mayor probabilidad de presentar signos de haber iniciado la pubertad, especialmente el desarrollo mamario. Estas asociaciones fueron más evidentes en niñas con peso normal.
En los niños, la exposición al insecticida clorpirifós y a piretroides se asoció con mayor probabilidad de desarrollo genital. Al igual que en las niñas, los fungicidas se asociaron con una mayor probabilidad de desarrollo genital en los niños con peso normal.
Además, la asociación con los piretroides se observó, curiosamente, sólo en los varones con sobrepeso/obesidad.
En definitiva, apunta Carmen Freire, “los resultados sugieren una asociación de la exposición infantil a fungicidas y ciertos insecticidas con una pubertad más temprana en niñas y niños. Estos resultados son muy preocupantes ya que la pubertad precoz se ha vinculado con diferentes trastornos en la infancia y adolescencia, con consecuencias tardías en su salud”.
Nicolás Olea, catedrático del departamento de Radiología y Medicina Física de la UGR y otro de los firmantes del trabajo, destaca que es llamativo que más del 60% de las niñas y niños tengan pesticidas organosfosforados en su orina, con diazinón encabezando la lista, seguido de fungicidas, en más de la mitad de la población y, a continuación, clorpirifós y los piretroides, detectados en cerca del 40% de los niños y niñas. “Esto es algo que jamás debería de haber ocurrido”, ha indicado.
Tanto el insecticida organofosforado clorpirifós como el fungicida ditiocarbamato mancozeb han sido prohibidos en Europa muy recientemente (2020 y 2021, respectivamente) por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Desafortunadamente, otros pesticidas muy similares están ocupando su lugar. (Universidad de Granada)