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    Casi mitad de los corales del Atlántico en riesgo de extinción

    Casi la mitad de las especies de corales de aguas poco profundas del Atlántico corre el riesgo de extinguirse en las próximas décadas debido al cambio climático y otros factores, como enfermedades, polución, sobrepesca e incluso el turismo.



    Ejemplar de Acropora cervicornis, en isla Culebra, Puerto Rico. Esta especie de coral estructuralmente única del Caribe está experimentando una drástica reducción. Photo: Roban Kramer/Flickr


    Esa es la conclusión de un equipo internacional de investigadores que analizó los patrones de disminución de la cobertura de 79 especies de esos corales entre 1989 y 2019, combinándolos con proyecciones climáticas de las temperaturas futuras de la superficie del mar hasta 2025 y datos sobre la vulnerabilidad y resiliencia de cada especie.

    En 2008, 12 de las 79 especies estaban clasificadas como “vulnerables”, “en peligro” o “en peligro crítico” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Es decir, eran especies amenazadas y requerían conservación urgente.

    Dicha lista mide el riesgo de extinción de diversas especies, clasificándolas en ocho categorías, que van desde “preocupación menor” hasta “extinta”, con una categoría adicional de “datos insuficientes” para los casos en que la información disponible sobre una especie no es suficiente para evaluar su riesgo de extinción.

    biólogo Luis Gutiérrez, de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad Estatal de Arizona, en los Estados Unidos, y uno de los autores del estudio.

    Muchas de ellas habitan en el Gran Caribe —región geográfica que incluye los territorios con costas en el Mar Caribe y el Golfo de México, además de las aguas que bañan las costas de Florida, Bahamas y Bermudas— y en el nordeste brasileño.

    El aumento de las especies amenazadas se debe principalmente al incremento de las temperaturas del océano como consecuencia del calentamiento global. El fenómeno ha sometido a los arrecifes a un estrés que conduce al blanqueamiento —la pérdida de algas que viven en simbiosis con los corales—, lo que puede provocar su muerte y la destrucción de todo el ecosistema.

    Pero eso es solo la punta del iceberg. Según los investigadores, los niveles más altos de dióxido de carbono (CO2) están haciendo que el océano se vuelva más ácido, dificultando que los corales desarrollen sus esqueletos de carbonato de calcio.

    El cambio climático también se ha relacionado con un número creciente de huracanes en la región, los cuales están arrasando arrecifes centenarios en cuestión de horas.

    Sin embargo, las enfermedades han tenido quizás el impacto más dramático, devastando no solo a los corales de la región, sino también a los animales de los que dependen.

    Se sospecha que una enfermedad desconocida mató hasta el 98 por ciento de los erizos de mar de espinas largas del Caribe en la década de 1980, lo que significó que estos herbívoros no pudieron evitar que las algas dominaran muchos arrecifes.

    Detectada por primera vez en 2014, la enfermedad de pérdida de tejido de coral duro también se ha propagado rápidamente por el Caribe, provocando la muerte de hasta el 94 por ciento de los corales infectados.

    “Estas amenazas operan simultáneamente y pueden verse exacerbadas por impactos locales, como sedimentación, desarrollo costero, polución y sobrepesca, que ocurren en diversos grados en todo el Atlántico”, añade Gutiérrez.

    La disminución de las poblaciones y el riesgo de extinción de los corales de aguas poco profundas del Atlántico es preocupante porque esta región tiene niveles naturalmente más bajos de diversidad de corales en comparación con los océanos Pacífico e Índico.

    “Altos niveles de biodiversidad proporcionan una red de seguridad que garantiza el mantenimiento continuo de las funciones clave del ecosistema”, explica el biólogo. “Así que la pérdida de poblaciones de esos corales tiende a desencadenar un efecto cascada que podrá alcanzar a otras especies marinas que pertenecen a este tipo de ecosistema”.

    La región del Caribe ya ha experimentado una reducción de especies estructuralmente únicas, como Acropora cervicornis, así como de herbívoros clave, como Diadema antillarum, lo que ha llevado a transformaciones dramáticas en estos arrecifes.

    Los corales son fundamentales desde el punto de vista biológico porque actúan como agregadores de biodiversidad. “Hasta una cuarta parte de la vida marina están en los arrecifes de coral, aunque ellos ocupan menos del 0,2 por ciento de la superficie del océano”, señala Miguel Mies, del Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo, que no participó del estudio. “Es una enorme concentración de vida en un espacio muy reducido.”

    Gracias a esta biodiversidad, estos ecosistemas cuentan con una abundante riqueza pesquera, lo que los convierte en una fuente crucial de alimento para las poblaciones de muchos países. “Se estima que aproximadamente el 10 por ciento de toda la proteína animal consumida en el mundo proviene de los arrecifes de coral”, agrega Mies.

    Estos entornos también son fundamentales para el turismo local, que a menudo impulsa la economía y genera empleo, además de cumplir un papel esencial en la protección costera, reduciendo la energía de las olas, protegiendo las costas de la erosión y las construcciones cercanas a las playas. (SciDev.Net)

    5 DE DICIEMBRE DE 2024



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