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    Cómo combatir la tos convulsa

    Muchos piensan que la tos convulsa es una enfermedad de la niñez, pero puede atacar a personas de cualquier edad. La tos convulsa, también conocida como tos ferina, provoca una tos incontrolable que dificulta que uno recupere el aire. Esta enfermedad puede ser letal, en particular, para los recién nacidos.



    Cómo combatir la tos convulsa. Foto: National Cancer Institute/Unsplash


    Las vacunas han permitido mantener la tos ferina bajo control. A principios de la década de 1940, una campaña de vacunación generalizada llevó a una disminución a nivel nacional en la cantidad de casos de tos ferina, que pasaron de ser 200.000 anuales a una baja récord de alrededor de 1000 casos en 1976.

    No obstante, en el último tiempo, la tos ferina ha comenzado a resurgir. El año pasado la cantidad de casos en Estados Unidos llegó a 41.000, la cantidad más alta en los últimos 50 años.

    La tos convulsa es una infección bacteriana muy contagiosa que afecta los pulmones y las vías aéreas. La bacteria se esparce por el aire, entre personas, cuando una persona infectada tose o estornuda.

    Los signos tempranos de tos ferina no se detectan fácilmente. Generalmente, los síntomas comienzan a aparecer de manera discreta aproximadamente una semana después de la infección, con resfríos y estornudos que uno puede confundir con alergia o un resfrío leve.

    El tratamiento con antibióticos en esta etapa temprana puede ayudar a reducir los síntomas y a evitar que la enfermedad se contagie a otros.

    La siguiente etapa de la tos ferina comienza unos 10 días después de la infección. "El síntoma más importante es una tos violenta y persistente. La tos puede ser tan fuerte que provoca vómitos o que cuesta mucho respirar", cuenta el Dr. Xin-Xin Gu, experto del NIH en enfermedades infecciosas.

    "En los bebés, se puede escuchar una respiración aguda hacia adentro y un sonido ahogado muy singular". Sin embargo, no todos los que se infectan hacen ese sonido particular que determina la enfermedad.

    La etapa de la tos puede durar 10 semanas o más. La enfermedad es más contagiosa mientras están presentes los síntomas similares a los del resfrío y hasta al menos dos semanas luego de que comienza la etapa de la tos.

    La tos convulsa es muy dañina para los niños pequeños. "Los lactantes son los que corren más riesgo, en particular cuando tienen menos de 3 meses: cuando son demasiado pequeños como para protegerlos con una vacuna", cuenta la Dra. Katrhyn Edwards, pediatra e investigadora de vacunas de la Facultad de Medicina de la Universidad Vanderbilt (Vanderbilt University School of Medicine).

    "Los ataques de tos pueden interrumpir la respiración y los bebés pequeños pueden ponerse azules. Si no logran respirar, pueden morir"

    Las vacunas son la mejor manera de prevenir la tos ferina. La vacuna original está compuesta por la bacteria de la tos ferina, inactivada, de células enteras. Estas vacunas de células enteras reducían en gran medida las muertes e infecciones, pero tenían muchos efectos secundarios.

    Hace más de tres décadas, los investigadores financiados por el NIH, entre ellos Edwards, probaron vacunas "acelulares" contra la tos ferina en estudios clínicos tempranos.

    Estas nuevas vacunas están compuestas solamente de partes de la bacteria y causan menos efectos secundarios que la vacuna original. Desde 1997, en EE. UU todas las vacunas contra la tos ferina son acelulares.

    Por lo general, a los niños en Estados Unidos se les coloca una serie de 5 inyecciones entre los 2 meses y los 6 años de edad, como parte del tratamiento de rutina.

    A la vacuna acelular contra la tos ferina, en combinación con las vacunas contra el tétano y la difteria, se la conoce como DTPa. Para incrementar la protección, se coloca una única dosis de refuerzo, conocida como Tdap, a preadolescentes (de 11 o 12 años).

    A fin de evitar la enfermedad en los recién nacidos antes de que puedan vacunarse, el CDC recomienda que la madre embarazada se coloque la Tdap durante la segunda mitad de cada embarazo.

    "Además, todos los adultos que vayan a estar en contacto con lactantes (padres, abuelos y proveedores de servicios de salud a niños) deben colocarse la dosis de refuerzo", cuenta Edwards. (Institutos Nacionales de la Salud)




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