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Contracción de la Luna produce sismos y fallas cerca de su polo sur
Mientras la NASA sigue avanzando hacia el envío de astronautas a la región del polo sur lunar con su campaña de Artemis, datos de un estudio financiado por la NASA están ayudando a los científicos a comprender mejor esta parte estratégica de la Luna.
El estudio ofrece evidencia de que los terremotos lunares y las fallas que se producen a medida que el interior de la Luna se va enfriando y encogiendo gradualmente también se encuentran dentro y cerca de algunos de los lugares que la agencia ha identificado como regiones candidatas para el aterrizaje de Artemis III, la primera misión del programa Artemis que tiene planificado un alunizaje con tripulación.
“Nuestros modelos sugieren que es posible que los terremotos lunares poco profundos capaces de producir fuertes temblores en el suelo de la región del polo sur sean causados por episodios de deslizamiento en las fallas existentes o por la formación de nuevas fallas de cabalgamiento”, dijo Tom Watters, del Instituto Smithsonian en Washington, quien es autor principal de un artículo sobre esta investigación.
La distribución global de las fallas de cabalgamiento jóvenes, su potencial para estar activas y la posibilidad de que se formen nuevas fallas de cabalgamiento a causa de la contracción global que tiene lugar actualmente deben tenerse en cuenta al planificar la ubicación y la estabilidad de los puestos de avanzada permanentes en la Luna”.
La cámara del Orbitador de Reconocimiento Lunar a bordo de la nave espacial Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO, por sus siglas en inglés) de la NASA ha detectado miles de fallas de cabalgamiento relativamente pequeñas y recientes extensamente distribuidas en la corteza lunar.
Los escarpes son accidentes geográficos en forma de acantilados que parecen pequeños escalones en la superficie lunar.
Estos se forman donde las fuerzas de contracción rompen la corteza y la empujan o la desplazan formando un “cabalgamiento” desde un lado de la falla hacia arriba y por encima hasta el otro lado.
La contracción es ocasionada por el enfriamiento del interior aún caliente de la Luna y las fuerzas de marea ejercidas por la Tierra, lo que produce una contracción global.
La formación de las fallas viene acompañada de actividad sísmica en forma de terremotos lunares de poca profundidad. Dichos terremotos lunares poco profundos fueron registrados por la Red Sísmica Pasiva de Apolo, la cual está compuesta por una serie de sismómetros desplegados por los astronautas de las misiones Apolo.
El terremoto lunar poco profundo más fuerte que se ha registrado tuvo su epicentro en la región del polo sur.
El estudio presenta un modelo de un escarpe de falla de cabalgamiento joven, ubicado dentro del borde del cráter de Gerlache 2 —una región candidata para el alunizaje de Artemis III—, y muestra que la formación del escarpe en esta falla podría haber estado asociada con un terremoto lunar de la magnitud registrada.
El equipo de investigadores también modeló la estabilidad de las pendientes de la superficie en esta región del polo sur lunar y halló que algunas áreas son propensas a deslizamientos de regolito incluso por temblores sísmicos ligeros, incluyendo zonas en algunas regiones en sombra permanente.
Estas zonas son de interés debido a los recursos que se podrían encontrar allí, como el hielo.
“Para comprender mejor el peligro sísmico que representan las futuras actividades humanas en la Luna, necesitamos nuevos datos sísmicos, no solo en el polo sur, sino a nivel global”, dijo Renee Weber, coautora del artículo e investigadora del Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA en Huntsville, Alabama.
“Misiones como la próxima Farside Seismic Suite [conjunto de sismómetros del lado lejano de la Luna] ampliarán las mediciones realizadas durante las misiones Apolo y se sumarán a nuestro conocimiento de la sismicidad global”.
“El LRO está dedicado a adquirir datos de la superficie lunar para ayudar a los científicos a comprender características importantes como las fallas de cabalgamiento”, dijo la científica adjunta del proyecto del LRO, Maria Banks, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, quien es coautora del artículo.