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El incremento de horas de sueño, el ejercicio físico y la lectura resultaron esenciales en el confinamiento para equilibrar la salud mental de las personas
Dormir más horas, realizar rutinas de ejercicio físico y dedicar mayor tiempo diario a la lectura ayudó a las personas a gestionar la situación límite para la salud mental que supuso el confinamiento derivado de la pandemia de COVID-19. Así lo indica un estudio desarrollado por los investigadores José Manuel Torrado y Ricardo Duque Calvache, del Departamento de Sociología de la UGR; y Ángela Mesa Pedrazas, del Instituto Universitario de Investigación de Desarrollo Regional.
El trabajo ha analizado otras variables que influyeron en la salud mental durante el confinamiento, en función de factores condicionantes como las características de la vivienda, la presencia de la enfermedad en el entorno cercano o la exposición a los problemas económicos derivados de la pandemia.
Respecto a las condiciones residenciales, sufrieron peores efectos en su salud mental las personas que viven en zonas de baja densidad poblacional, con ausencia de ventanas al exterior y con carencia de luz natural en las casas.
Por su parte, el contagio de familiares y amigos también supuso efectos negativos sobre la salud mental, así como los problemas de impago de facturas y las expectativas de pérdida de ingresos.
El equipo de investigación también ha estudiado cómo las políticas de confinamiento afectaron a la percepción global de salud de la ciudadanía andaluza.
“Contra lo que podría pensarse, la situación de confinamiento supuso una mejora en el indicador global de la salud percibida, incrementándose la población que afirmaba sentirse muy bien. Este efecto, que ha sido descrito en otros contextos, es conocido como ‘la paradoja del ojo del huracán’”, detalla el profesor de la UGR José Manuel Torrado.
En un contexto de grave crisis sanitaria, aquellos no directamente afectados por el COVID-19 tienden a valorar de manera más positiva su estado de salud, especialmente en el periodo en el que los medios de comunicación abrían sus informativos con la actualización de cifras de infectados y muertos.
Sin embargo, esta mejora global no afectó de manera equitativa a todos los grupos sociales.
“Mientras que las personas mayores y los pacientes crónicos se sentían mejor, los jóvenes, las mujeres y las personas de bajos ingresos empeoraron su situación”, especifica el profesor Torrado. (Universidad de Granada)