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    La exploración de las cuevas hawaianas ayuda a la NASA a buscar vida en Marte

    En agosto de 2019, Chloe Fishman se metió en una cueva debajo del volcán activo más grande del planeta. Junto con científicos de la NASA y de otras instituciones, había ido al volcán Mauna Loa de Hawái para estudiar las formas de vida microscópicas que podían sobrevivir debajo, en el oscuro y aislado medioambiente subterráneo conocido como “túnel de lava”.



    En esta imagen, caminan a través de pilas de escombros de rocas que se forman cuando la lava se enfría rápidamente. Estas rocas contienen vidrio que se pega a los pantalones, como un velcro afilado. Créditos: NASA Goddard


    “Los microbios que encontramos en Hawái podrían ser similares a los microbios que alguna vez vivieron en Marte, o incluso a los microbios que viven allí hoy en día”, dijo Fishman.

    Los microbios prosperaron en el túnel de lava de Mauna Loa, según hallaron Fishman y sus colegas, incluso en áreas que no recibían luz solar, la cual la mayoría de los seres vivos de la Tierra necesitan para sobrevivir.

    En estas áreas oscuras, los microbios probablemente estaban utilizando productos químicos de las rocas para su alimentación.

    Fishman y sus colegas descubrieron decenas de especies de microbios que no habían sido identificados anteriormente. También recopilaron información acerca de sus hábitats que aportarán información para la creación de estrategias con el fin de recolectar algún día muestras en túneles de lava marcianos.

    El túnel de lava que estudiaron Fishman y sus colegas, ubicado en el flanco norte del volcán, se formó hace unos 200 años, lo que lo clasifica como un túnel “joven" en la escala de tiempo geológico de miles de millones de años.

    Menos afectado que los túneles más antiguos por el agua y otras condiciones meteorológicas, un túnel hawaiano joven se asemeja más a los túneles de lava marcianos tal como eran hace miles de millones de años.

    Cuando los túneles de lava se formaron por primera vez en Marte, el planeta rojo probablemente era similar a la Tierra, con volcanes activos, atmósfera, un clima más cálido y corrientes de aguas. Dado que estas condiciones ayudaron a nutrir la vida en la Tierra, es posible que hayan hecho lo mismo en Marte.

    Aun cuando la superficie marciana se volvió inhóspita para los seres vivos después de que el planeta perdiera su atmósfera, se enfriara y se secara hace unos 3.000 millones de años, los microbios podrían haber migrado bajo tierra, según sospechan los científicos.

    Dentro del túnel de lava hawaiano, alumbrado por faros, las paredes tenían un luminoso mural en amarillo, naranja, rosa, verde y blanco. Estos materiales contenían una variedad de minerales, incluidos el yeso y la calcita, dispuestos en formas que le recordaban a Fishman a los hongos y las palomitas de maíz.

    Aunque Fishman había ido a la cueva para raspar muestras y llevarlas consigo de vuelta al laboratorio en busca de vida microbiana, la mayoría de sus colegas habían llegado allí para estudiar los minerales.

    El trabajo sobre los minerales está en curso, pero se cruzará con el de Fishman si algunos de estos minerales resultan ser más propensos que otros a albergar microbios.

    La información arrojada por esta investigación podría ayudar a los vehículos exploradores marcianos a identificar sitios prometedores donde tomar muestras en busca de señales de vida pasada o presente.

    “En la superficie marciana y justo debajo de ella, hemos identificado minerales similares a los encontrados en Mauna Loa”, dijo Amy McAdam, geoquímica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.

    McAdam es integrante del equipo científico encargado del rover Curiosity de la NASA, el cual explora Marte y también analiza las muestras extraídas de la superficie en el laboratorio químico que tiene abordo.

    “Incluso si es difícil descubrir señales de vida en los minerales marcianos, aún así podemos aprender mucho de ellos acerca de las condiciones ambientales de los orígenes de Marte y si esas condiciones eran o no favorables para la vida”, dijo McAdam.

    Después de una semana de trabajo en el túnel de lava, Fishman llevó al laboratorio de Johnson alrededor de 20 muestras del tamaño de media cucharadita. Vertió cada muestra en un tubo de ensayo lleno de líquido y de perlas de vidrio del tamaño de granos de arena.

    Un dispositivo en el laboratorio los agitó para separar los componentes de las muestras, liberando de esta manera las células en el líquido. Esto permitió a Fishman extraer ADN de las células. La secuenciación del ADN reveló los códigos genéticos de los organismos.

    Fishman ha hecho la secuencia de los genomas de 72 nuevos organismos. Hasta ahora, ha analizado los genomas de dos microbios, lo que le permitió clasificarlos según sus características y añadirlos a bases de datos globales. (NASA)

    1 DE MAYO DE 2023



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