Un mundo de conocimiento
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    Federico García Lorca

    Canciones para terminar

    De otro modo

    La hoguera pone al campo de la tarde
    unas astas de ciervo enfurecido.
    Todo el valle se tiende. Por sus lomos,
    caracolea el vientecillo.

    El aire cristaliza bajo el humo.
    Ojo de gato triste y amarillo.
    Yo, en mis ojos, paseo por las ramas.
    Las ramas se pasean por el río.

    Llegan mis cosas esenciales.
    Son estribillos de estribillos.
    Entre los juncos y la baja tarde,
    ¡qué raro que me llame Federico!

    Canción de noviembre y abril

    El cielo nublado
    pone mis ojos blancos.

    Yo, para darles vida,
    les acerco una flor
    amarilla.

    No consigo turbarlos.
    Siguen yertos y blancos.

    (Entre mis hombros vuela
    mi alma dorada y plena.)

    El cielo de abril
    pone mis ojos de añil.

    Yo, para darles alma,
    les acerco una rosa
    blanca.

    No consigo infundir
    lo blanco en el añil.

    (Entre mis hombros vuela
    mi alma impasible y ciega.)

    Agua, ¿dónde vas?

    Agua, ¿dónde vas?
    Riyendo voy por el río
    a las orillas del mar.

    Mar, ¿adónde vas?

    Río arriba voy buscando
    fuente donde descansar.

    Chopo, y tú ¿qué harás?

    No quiero decirte nada.
    Yo..., ¡temblar!

    ¿Qué deseo, qué no deseo,
    por el río y por la mar?

    (Cuatro pájaros sin rumbo
    en el alto chopo están.)

    El espejo engañoso

    Verde rama exenta
    de ritmo y de pájaro.

    Eco de sollozo
    sin dolor ni labio.
    Hombre y Bosque.

    Lloro
    frente al mar amargo.
    ¡Hay en mis pupilas
    dos mares cantando!

    Canción inútil

    Rosa futura y vena contenida,
    amatista de ayer y brisa de ahora mismo,
    ¡quiero olvidarlas!

    Hombre y pez en sus medios, bajo cosas flotantes,
    esperando en el alga o en la silla su noche,
    ¡quiero olvidarlas!

    Yo.
    ¡Solo yo!
    Labrando la bandeja
    donde no irá mi cabeza.
    ¡Solo yo!

    Huerto de marzo

    Mi manzano
    tiene ya sombra y pájaros.

    ¡Qué brinco da mi sueño
    de la luna al viento!

    Mi manzano
    da a lo verde sus brazos.

    Desde marzo, cómo veo
    la frente blanca de enero!

    Mi manzano...
    (viento bajo).

    Mi manzano...
    (cielo alto).

    Dos marinos en la orilla

    A Joaquín Amigo

    1.o

    Se trajo en el corazón
    un pez del Mar de la China.

    A veces se ve cruzar
    diminuto por sus ojos.

    Olvida siendo marino
    los bares y las naranjas.

    Mira al agua.


    2.o

    Tenía la lengua de jabón.
    Lavó sus palabras y se calló.

    Mundo plano, mar rizado,
    cien estrellas y su barco.

    Vio los balcones del Papa
    y los pechos dorados de las cubanas.

    Mira al agua.

    Ansia de estatua

    Rumor.
    Aunque no quede más que el rumor.

    Aroma.
    Aunque no quede más que el aroma.

    Pero arranca de mí el recuerdo
    y el color de las viejas horas.

    Dolor.
    Frente al mágico y vivo dolor.

    Batalla.
    En la auténtica y sucia batalla.

    ¡Pero quita la gente invisible
    que rodea perenne mi casa.

    Canción del naranjo seco

    A Carmen Morales

    Leñador.
    Córtame la sombra.
    Líbrame del suplicio
    de verme sin toronjas.

    ¿Por qué nací entre espejos?
    El día me da vueltas.
    Y la noche me copia
    en todas sus estrellas.

    Quiero vivir sin verme.
    Y hormigas y vilanos,
    soñaré que son
    mis hojas y mis pájaros.

    Leñador.
    Córtame la sombra.
    Líbrame del suplicio
    de verme sin toronjas.

    Canción del día que se va

    ¡Qué trabajo me cuesta
    dejarte marchar, día!
    Te vas lleno de mí,
    vuelves sin conocerme.
    ¡Qué trabajo me cuesta
    dejar sobre tu pecho
    posibles realidades
    de imposibles minutos!

    En la tarde, un Perseo
    te lima las cadenas,
    y huyes sobre los montes
    hiriéndote los pies.
    No pueden seducirte
    mi carne ni mi llanto,
    ni los ríos en donde
    duermes tu siesta de oro.

    Desde Oriente a Occidente
    llevo tu luz redonda.
    Tu gran luz que sostiene
    mi alma, en tensión aguda.
    Desde Oriente a Occidente,
    ¡qué trabajo me cuesta
    llevarte con tus pájaros
    y tus brazos de viento!




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