Un mundo de conocimiento
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    Federico García Lorca

    Trasmundo

    Escena

    Altas torres.
    Largos ríos.

    HADA

    Toma el anillo de bodas
    que llevaron tus abuelos.
    Cien manos, bajo la tierra,
    lo están echando de menos.

    YO

    Voy a sentir en mis manos
    una inmensa flor de dedos
    y el símbolo del anillo.
    No lo quiero.

    Altas torres.
    Largos ríos.

    Malestar y noche

    Abejaruco.
    En tus árboles oscuros.
    Noche de cielo balbuciente
    y aire tartamudo.

    Tres borrachos eternizan
    sus gestos de vino y luto.
    Los astros de plomo giran
    sobre un pie.
    Abejaruco.
    En tus árboles oscuros.

    Dolor de sien oprimida
    con guirnaldas de minutos.
    ¿Y tu silencio? Los tres
    borrachos cantan desnudos.
    Pespunte de seda virgen
    tu canción.
    Abejaruco.
    Uco uco uco uco.
    Abejaruco.

    El niño mudo

    El niño busca su voz.
    (La tenía el rey de los grillos.)
    En una gota de agua
    buscaba su voz el niño.

    No la quiero para hablar;
    me haré con ella un anillo
    que llevará mi silencio
    en su dedo pequeñito.

    En una gota de agua
    buscaba su voz el niño.

    (La voz cautiva, a lo lejos,
    se ponía un traje de grillo.)

    El niño loco

    Yo decía: "Tarde"
    Pero no era así.
    La tarde era otra cosa
    que ya se había marchado.

    (Y la luz encogía
    sus hombros como una niña.)

    "Tarde" ¡Pero es inútil!
    Ésta es falsa, ésta tiene
    media luna de plomo.
    La otra no vendrá nunca.

    (Y la luz como la ven todos,
    jugaba a la estatua con el niño loco.)

    Aquélla era pequeña
    y comía granadas.
    Esta es grandota y verde, yo no puedo
    tomarla en brazos ni vestirla.
    ¿No vendrá? ¿Cómo era?

    (Y la luz que se iba dió una broma.
    Separó al niño loco de su sombra.)

    Desposorio

    Tirad ese anillo
    al agua.

    (La sombra apoya sus dedos
    sobre mi espalda.)

    Tirad ese anillo. Tengo
    más de cien años. ¡Silencio!

    ¡No preguntadme nada!

    Tirad ese anillo
    al agua.

    Despedida

    Si muero,
    dejad el balcón abierto.

    El niño come naranjas.
    (Desde mi balcón lo veo.)

    El segador siega el trigo.
    (Desde mi balcón lo siento.)

    ¡Si muero,
    dejad el balcón abierto!

    Suicidio

    (Quizá fue por no saberte la geometría)

    El jovencito se olvidaba.
    Eran las diez de la mañana.

    Su corazón se iba llenando
    de alas rotas y flores de trapo.

    Notó que ya no le quedaba
    en la boca más que una palabra.

    Y al quitarse los guantes, caía,
    de sus manos, suave ceniza.

    Por el balcón se veía una torre.
    El se sintió balcón y torre.

    Vio, sin duda, cómo le miraba
    el reloj detenido en su caja.

    Vio su sombra tendida y quieta
    en el blanco diván de seda.

    Y el joven rígido, geométrico,
    con un hacha rompió el espejo.

    Al romperlo, un gran chorro de sombra
    inundó la quimérica alcoba.




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