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José Marchena
Belisa en el baile
Cual rosa sobresale entre las flores,
o cual la luna en la mitad del cielo
a las estrellas todas señorea;
cual entre chozas de pajiza aldea
se levanta del suelo
el erguido palacio; así Belisa
abrasando de amor a mil pastores
entre las zagalejas sobresales,
y todos los zagales
la danza y las pastoras descuidando
absortos a Belisa están mirando...
Los sus ojos de fuego
que de un azul brillante
el Amor ha pintado
doquiera que los pone abrasa luego;
ni hay corazón helado
que su mirar no encienda en un instante.
El rubio y rizo pelo
en ondas mil de oro al aire dado
por el cuello nevado
desciende en largas trenzas hasta el suelo.
Cual se ve entre celajes
Febo en Abril sereno
ya cerca de Ocidente,
tal por entre las gasas y plumajes
se columbra tal vez el blanco seno
y su pecho que late blandamente.
Mas ella a danzar sale: las zagalas
le ceden envidiosas
el puesto: avergonzadas
la maldicen llorosas
con su belleza airadas;
mas la pastora amable
desarma su furor con risa afable.
¡Cuán concertadas son sus cabriolas!
¡Cuán muelle el paso! ¡Qué animado el gesto!
¡Qué viveza en la acción! ¡Cuánta finura
del cuerpo en el contorno delicado!
Las Gracias y el Amor la han maestrado
y a rendir corazones la han dispuesto.
¡Oh fatal condición! ¡Oh pena dura!
Belisa, que los Cielos han formado
para inspirar amor a los mortales,
de amorosos cuidados
exenta y libre su poder ignora.
Amor; tu harpón dorado
asesta y hiere de Belisa el pecho;
yo besaré gustoso mis cadenas;
voluntario me echo
el dogal apretado,
y de hoy más tu cautivo me confieso,
si tus grillos de lirios y azucenas
a mi Belisa echases
y en una misma cárcel nos juntases.