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    La biología de la adicción

    Las personas con adicciones pierden el control de sus actos. Sienten una compulsión por consumir y buscan drogas, alcohol u otras sustancias sin importar el costo — incluso poniendo en riesgo amistades, lastimando a sus familias o perdiendo sus trabajos.



    La biología de la adicción. Foto: thom masat/Unsplash


    ¿Por qué la adicción hace que las personas se comporten de estas maneras tan destructivas? ¿Y por qué es tan difícil dejarlas?

    Científicos demostrado que la adicción es una enfermedad del cerebro compleja y de larga duración, y que los tratamientos disponibles en la actualidad pueden ayudar a las personas a controlar sus adicciones. Pero incluso para aquellos que logran dejar de consumir, siempre existirá el riesgo de que la adicción regrese, lo que se conoce como reincidencia.

    La base biológica de la adicción ayuda a explicar por qué las personas necesitan mucho más que buenas intenciones o fuerza de voluntad para romper con sus adicciones.

    "Una idea común y equivocada es que la adicción es una elección o un problema moral, y que lo único que hay que hacer es dejar de consumir. Pero nada más alejado de la verdad", dice el Dr. George Koob, director del Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA por sus siglas en inglés) de los NIH. "De hecho, el cerebro cambia con la adicción, y se necesita mucho trabajo para lograr que vuelva a su estado normal. Cuanto más alcohol o drogas usted haya consumido, más se verá afectado el cerebro."

    Los investigadores descubrieron que buena parte del poder de la adicción está en su capacidad de secuestrar e incluso destruir regiones cerebrales fundamentales que se encargan de ayudarnos a sobrevivir.

    Un cerebro sano recompensar los comportamientos sanos, como hacer ejercicio, alimentarse o crear lazos con los seres queridos. Para ello, enciende circuitos cerebrales que hacen que usted se sienta maravillosamente bien, lo que lo motiva a repetir esos comportamientos.

    Por el contrario, cuando usted está en peligro, un cerebro sano empuja al cuerpo a reaccionar rápidamente con miedo o alarma, de modo de que usted se aleje de las fuentes perjudiciales. Si usted se siente tentado por algo cuestionable — como tomar helado antes de la cena o comprar cosas que no puede pagar — las regiones frontales del cerebro le ayudarán a decidir si las consecuencias de esos actos valen la pena.

    Pero cuando usted se está volviendo adicto a una sustancia, ese "cableado" normal de procesos cerebrales que salen en su ayuda, pueden empezar a funcionar en su contra.

    Las drogas y el alcohol pueden secuestrar los circuitos de placer/recompensa del cerebro y "engancharlo" para que quiera más y más. La adicción también puede sobrecargar los circuitos emocionales que activan la sensación de peligro, lo que provoca sensaciones de ansiedad y estrés cuando no se está consumiendo alcohol o drogas. En esta etapa, las personas suelen usar las drogas o el alcohol para no sentirse mal, en lugar de usarlas para buscar los efectos placenteros.

    Además, el consumo repetido de drogas puede dañar el centro esencial de toma de decisiones en la parte frontal del cerebro. Esta zona, conocida como corteza prefrontal, es justamente la zona que debería ayudarle a reconocer el daño que provoca el consumo de sustancias adictivas.

    "Los estudios de imagenología del cerebro de las personas adictas a las drogas o al alcohol muestran menor actividad en la corteza frontal", dice la Dra. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA por sus siglas en inglés) de los NIH.

    "Cuando la corteza frontal no funciona de manera correcta, las personas no pueden tomar la decisión de dejar de consumir la droga — incluso si se dan cuenta de que el precio que deben pagar por consumirla es extremadamente alto, y de que podrían llegar a perder la custodia de sus hijos o terminar en la cárcel. Aun así, la consumen."

    Los científicos aún no entienden por qué algunas personas se vuelven adictas y otras no. La adicción tiende a ser hereditaria, y se han relacionado determinados tipos de Genes con diferentes formas de adicción. Pero no todos los miembros de una familia afectada son necesariamente propensos a la adicción. "Al igual que con las enfermedades cardíacas o la diabetes, no hay un gen particular que te vuelva vulnerable," dice Koob.

    Otros factores también pueden aumentar su probabilidad de volverse adicto. "Haber crecido con un alcohólico; haber sufrido abuso infantil; estar expuesto a un nivel de estrés extremadamente alto — todos estos factores sociales pueden contribuir al riesgo de adicción al alcohol o al abuso de drogas", dice Koob. "Y en lo que respecta al consumo de drogas y alcohol en menores, cuanto antes comience, mayores serán sus probabilidades de tener un trastorno de abuso de alcohol o una adicción más adelante en la vida."

    Los adolescentes son especialmente vulnerables a una posible adicción porque sus cerebros aún no se han desarrollado del todo — en particular las regiones frontales que ayudan a controlar los impulsos y a evaluar el riesgo. Los circuitos de placer en los cerebros de los adolescentes también operan a mayor velocidad, lo que hace que el consumo de alcohol y drogas resulte incluso más gratificante y tentador.

    Si bien todavía queda mucho más por aprender, sabemos que la prevención es fundamental para reducir los daños de la adicción. "La niñez y la adolescencia son momentos en que los padres pueden involucrarse y enseñarles a sus hijos un estilo de vida y actividades saludables que pueden protegerlos contra el consumo de drogas", dice Volkow. "La actividad física es importante, así como involucrarse en un trabajo, en proyectos de ciencia o arte, y en redes sociales que no promuevan el consumo de drogas."

    Para tratar la adicción, los científicos han identificado varios medicamentos y terapias conductuales — en especial cuando se usan de manera combinada — que pueden ayudar a las personas a dejar de consumir sustancias específicas y prevenir la reincidencia. Lamentablemente, en la actualidad no hay ningún medicamento para tratar la adicción a estimulantes como la cocaína o la metanfetamina, pero las terapias conductuales pueden ayudar.

    "El tratamiento depende en buena medida de la gravedad de la adicción y de la persona en particular", agrega Koob. "Algunas personas pueden parar de fumar o de consumir alcohol por sí solas. Los casos más graves puede requerir meses o incluso años de tratamiento y seguimiento, mediante un verdadero esfuerzo por parte de la persona, y por lo general una abstinencia completa de la sustancia."

    Investigadores también están evaluando terapias experimentales que podrían mejorar la efectividad de los tratamientos ya en funcionamiento. La meditación consciente (mindfulness) y la estimulación magnética del cerebro son dos técnicas cuya capacidad para fortalecer los circuitos del cerebro dañados por la adicción se está evaluando. Los científicos también están estudiando posibles vacunas contra la nicotina, la cocaína y otras drogas, que podrían evitar que la droga entrara al cerebro.

    "La adicción es una enfermedad devastadora, con una tasa de muerte relativamente alta y consecuencias sociales graves", dice Volkow. "Estamos explorando diversas estrategias para que las personas finalmente tengan más opciones de tratamiento, lo que aumentará sus probabilidades de éxito cuando intenten dejar de consumir la droga."

    Las señales de alerta de abuso de sustancias o adicción pueden incluir:

    — dificultad para dormir
    — ansiedad o depresión
    — problemas de memoria
    — cambios de humor (arrebatos de mal genio, irritabilidad, ponerse a la defensiva)
    — aumento rápido en la cantidad de medicamentos que necesita pedidos frecuentes de repetición de ciertos medicamentos
    — cuando la persona no parece ser la de antes (falta general de interés o ser demasiado enérgico)
    — "caza de medicamentos" (ir cambiando de un proveedor de cuidados de la salud a otro en un intento por obtener varias recetas médicas para el mismo medicamento)
    — uso de más de una farmacia
    — recetas médicas falsas o falsificadas (Institutos Nacionales de la Salud)




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