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La configuración de las zonas verdes de las ciudades determina las características de sus aves
Un equipo internacional en el que participan investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) ha analizado la distribución de 115 especies de aves en primavera y 72 que pasan el invierno en nueve ciudades europeas.
La conclusión a la que han llegado es que la configuración de los espacios urbanos favorece la presencia de especies con diferentes características, con lo que ello supone para la mejora de los ecosistemas y la salud de la ciudadanía.
El artículo propone líneas de actuación para favorecer la creación de urbes más habitables tanto para las aves como para los ciudadanos.
Para este trabajo, en el que también participan científicos de centros de investigación de Finlandia, Polonia, Alemania, Holanda o la República Checa, el equipo de investigación ha recolectado datos de las comunidades de aves en los dos principales tipos de desarrollo urbano (integrador o separador) de diversas ciudades europeas como Madrid, Granada, Toledo o Praga.
El desarrollo urbano integrador se caracteriza por mantener pequeñas zonas verdes, normalmente en forma de jardines privados y vegetación en las calles, mezclada con edificaciones unifamiliares y baja densidad de población.
Por el contrario, el desarrollo urbano separador se caracteriza por mantener grandes zonas verdes, usualmente grandes parques y jardines, bien diferenciadas de las zonas edificadas que poseen una alta densidad de población con bloques de pisos.
“Hemos cuantificado características como su grado de especialización alimentaria, el tipo de nidos que construyen, el esfuerzo que invierten en reproducirse o su longevidad para cada especie identificada en las ciudades europeas estudiadas. Así, hemos podido analizar si el diseño urbano favorece a especies con unos u otros tipos de rasgos”, explica el investigador del MNCN Mario Díaz.
“Ya en estudios previos habíamos detectado que un desarrollo urbano integrador o separador determinaba la presencia de comunidades de aves diferentes”, comenta Juan Diego Ibáñez Álamo, investigador de la Universidad de Granada. “Esta investigación nos ha permitido identificar, además, qué características de las aves les permiten asentarse en uno u otro tipo de áreas urbanas”, continúa Ibáñez.
En los espacios urbanos separadores crían aves que ponen muchos huevos, que utilizan con mayor frecuencia nidos abiertos y con ciclos vitales rápidos, como tarabillas, mosquiteros y cogujadas. Frente a esto, en las zonas urbanas integradoras predominan aves con una crianza más exigente y ciclos de vida más largos, como carboneros, cernícalos o gaviotas.
“Los datos que hemos obtenido marcan claramente la necesidad de favorecer la mezcla de ambos tipos de desarrollo urbano para permitir que haya una mayor diversidad de aves. Una mayor biodiversidad urbana no solo es beneficiosa para nuestro entorno más próximo sino para nuestra propia salud y bienestar”, concluye el investigador del MNCN.