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Pese a limitaciones, recomiendan vacunarse contra influenza
Las vacunas contra el virus de la influenza, causante de la gripe, reducen el riesgo de hospitalizaciones en un 35 por ciento, concluyó un estudio con datos de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
A partir de información recabada entre marzo y julio de 2024 en 2.535 hospitales de esos países, los resultados refuerzan la importancia de que la población más vulnerable esté protegida para prevenir los costos sanitarios y económicos asociados a la hospitalización.
El impacto de la vacunación depende de factores como la incidencia de la enfermedad por temporada, la efectividad de la vacuna y las coberturas alcanzadas, recuerda Daniel Salas, gerente ejecutivo del Programa de Inmunización de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y uno de los autores del trabajo.
“Como las cepas del virus van mutando a lo largo de los años, permanentemente se hacen vacunas nuevas”, ratifica Luis Cámera, creador de la unidad de Medicina Geriátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires, quien no participó en el estudio.
En Argentina, por ejemplo, la enfermedad se presentó este invierno “con muchos problemas laríngeos y traqueales (tos), pero sin efecto pandémico”, precisa.
La influenza puede causar hasta 830.000 hospitalizaciones y 70.000 muertes en nuestra región, con especial daño sobre niños pequeños, pacientes con condiciones preexistentes y adultos mayores.
El trabajo calculó la efectividad promedio de la vacuna en un 34,5 por ciento, elevado al 58 por ciento para personas con comorbilidades.
Aunque son tasas menores a las que de otras vacunas, Cámera insiste en la necesidad de inmunizarse, porque “las enfermedades infecciosas causan mayor mortalidad en las personas débiles”.
Estos cuadros pueden llevar a internaciones con terapia intensiva. Además, advierte, “cada reinfección puede deteriorar la salud en otros aspectos”, entre ellos eventos cardiovasculares.
La investigación identificó 11.751 casos de infección respiratoria aguda grave (IRAG) asociados con influenza del tipo A.
El 21 por ciento de esos pacientes estaban vacunados, cifra aún por debajo del escenario pre-COVID, algo que los autores atribuyen a las dudas sobre la efectividad de las vacunas y a la interrupción de servicios de inmunización por la pandemia.
Cámera, que integró el comité de expertos que asesoró al gobierno argentino durante aquella etapa, coincide en esas explicaciones, a las que agrega “cierto agotamiento” causado por la prédica antivacunas.
Todos estos factores pueden haber influido en la actual temporada de influenza, que este año se adelantó entre cuatro y cinco semanas en las regiones del Cono Sur y Andina en comparación con las temporadas de 2010 a 2019, precisa Paula Couto, oficial técnica de influenza en la OPS y también autora del estudio.
Estos cambios llevaron a la OPS a recomendar nuevas medidas de adaptación, como la optimización de mecanismos de identificación temprana, para garantizar un manejo clínico adecuado y evitar la saturación de centros especializados.
En el reporte de MMWR, los países con mayores tasas de éxito fueron Uruguay (61 por ciento) y Chile (57 por ciento), seguidos por Argentina (42 por ciento) y Brasil (30 por ciento).
Estefanía Benedetti —integrante del Servicio de Virología del instituto argentino Malbran y otra autora del trabajo— explica que la mayoría de las hospitalizaciones en Brasil por IRAG correspondían a niños menores, para quienes la vacuna tiene una menor efectividad estimada.
La experta también advierte sobre “las posibles diferencias en la temporalidad de la circulación viral entre países”, con lo cual —con vistas a próximos abordajes— “es importante que cada uno pueda obtener sus propios cálculos de manera oportuna”.
Sin embargo, considera que la limitación más importante deriva de “la cantidad de casos de IRAG que no han podido incluirse en el cálculo por falta de datos de diagnóstico molecular”.
Esa brecha “puede introducir sesgos en las estimaciones y alterar los resultados”, señala Couto, que también alienta a que los países de la región intensifiquen sus “esfuerzos para mejorar las capacidades de diagnóstico en los centros centinela”, encargados de una vigilancia epidemiológica intensificada.
Los autores concuerdan en que la vacunación sigue siendo una de las medidas más efectivas para prevenir complicaciones junto al lavado de manos, el uso de máscaras y los tratamientos antivirales.
Para potenciar las campañas anuales, Salas recomienda mejorar las coberturas en grupos de riesgo (niños, mujeres embarazadas, personas con enfermedades crónicas, trabajadores de salud y adultos mayores) a través de estrategias de comunicación adaptadas.
También pide asegurar que la vacuna esté disponible de manera rápida y oportuna, lo que permitirá alcanzar tasas de cobertura con mayor impacto y menor número de casos. (SciDev.Net)