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    Tirso de Molina

    A las niñas de Alcorcón

    A las niñas de Alcorcón
    le cantaba Paracuellos,
    mientras se juntan al bayle
    debaxo el olmo, estos versos:

    Fuérame yo por la puente,
    que lo es, sin encantamiento,
    en diziembre, de Madrid,
    y en agosto, de Ríoseco.

    La que haziéndose ojos toda
    por ver su amante pigmeo
    se quexa dél porque ingrato
    le da con la arena en ellos.

    La que la vez que se asoma
    a mirar su rostro bello
    es, a fuer de dama pobre,
    en sólo un casco de espejo.

    La pretina de jubón
    que estando de ojetes lleno
    cual pícaro, no trae más
    que una cinta en los gregüescos.

    Por esta puente de anillo
    pasé un disanto, en efecto,
    aunque pudiera a pie enjuto
    vadear su mar Bermejo.

    Reíme de ver su río,
    y sobre los antepechos
    de su puente titular
    no sé si le dixe aquesto:

    No os corráis, el Manzanares;
    mas ¿cómo podréis correros,
    si llegáis tan despeado
    y de gota andáis enfermo?

    Según arenas criáis,
    y estáis ya caduco y viejo,
    moriréis de mal de orina
    como no os remedie el cielo.

    Y en fe de aquesta verdad,
    azadones veraniegos
    abriendo en vos sepulturas
    pronostican vuestro entierro.

    Postilando vais vuestra agua,
    y por esta causa creo
    que con Jarama intentó
    Filipo, datos comento.

    No lo executó por ser
    en daño de tantos pueblos,
    mas como os vio tan quebrado
    de piedra os puso el braguero.

    Título de venerable
    merecéis, aunque pequeño,
    pues no es bien viéndoos tan calvo
    que os perdamos el respeto.

    Como Alcalá y Salamanca,
    tenéis (y no sois Colegio)
    vacaciones en verano
    y curso sólo en invierno.

    Mas, como estudiante floxo,
    por andaros en floreos,
    del Sotillo mil corrales
    afrentan vuestros cuadernos...

    Pero dexando las burlas
    hablemos un rato en seso,
    si no ya que os tienen loco
    sequedades del cerebro:

    ¿cómo, decid, Manzanares,
    tan poco medrado os vemos,
    pretendiente en esta Corte
    y en palacio lisonjero?

    Un siglo y más ha que andáis,
    hipócrita y macilento,
    saliendo al paso a los reyes,
    que tienen gusto de veros.

    Alegar podéis servicios;
    díganlo los que habéis hecho
    en esa Casa del Campo,
    sus laberintos y enredos.

    Su Troya burlesca os llama
    hombre sutil y de ingenio,
    sin que su artificio envidie
    los del Tajo y su Juanelo.

    En azafates de mayo
    presentáis a vuestro dueño
    flores pancayas que en frutas
    convierte después el tiempo.

    ¿Qué es la causa, pues, mi río,
    que tantos años sirviendo
    no os den siquiera un estado
    que os pague en agua alimentos?

    Filipo os quiso hacer grande
    después de haberos cubierto
    delante de él con la puente,
    y él mismo os puso el sombrero.

    Pedidle al Cuarto mercedes,
    que otros han servido menos
    y gozan ya más estados
    que cuatro pozos manchegos.

    No soy (diréis) ambicioso;
    mas a fe, aunque os lo confieso,
    que andáis siempre murmurando
    por más que os llamen risueño.

    ¡Ánimo, cobarde río,
    quebrantad vuestro destierro,
    y pues rondáis a Palacio
    entraos una noche dentro!

    Fuentes tenéis que imitar,
    que han ganado con sus cuerpos
    (como damas cortesanas)
    sitios en Madrid soberbios.

    Adornadas de oro y piedras,
    visitan plazas y templos,
    y ya son dos escribanos,
    ¡que aquí hasta el agua anda en pleitos!

    No sé yo por qué se entonan,
    que no ha mucho que se vieron
    por las calles de Madrid
    a la vergüenza, en jumentos.

    Más dixera, a no llegar
    con dos cargas de pucheros
    Bertol, y ansí por los propios
    dexo cuidados ajenos.


    De "Los Cigarrales de Toledo"




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