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Tomás de Iriarte
El escarabajo
Tengo para una fábula un asunto,
que pudiera muy bien... pero algún día
suele no estar la musa muy en punto.
Esto es lo que hoy me pasa con la mía;
y regalo el asunto a quien tuviere
más despierta que yo la fantasía;
porque esto de hacer fábulas requiere
que se oculte en los versos el trabajo,
lo cual no sale siempre que uno quiere.
Será, pues, un pequeño escarabajo
el héroe de la fábula dichosa,
porque conviene un héroe vil y bajo.
De este insecto refieren una cosa:
que, comiendo cualquiera porquería,
nunca pica las hojas de la rosa.
Aquí el autor con toda su energía
irá explicando, como Dios le ayude,
aquella extraordinaria antipatía.
La mollera es preciso que le sude
para insertar después una advertencia
con que entendamos a lo que esto alude;
y según le dictare su prudencia,
echará circunloquios y primores,
con tal que diga en la final sentencia
que así como la reina de las flores
al sucio escarabajo desagrada,
así también a góticos doctores
toda invención amena y delicada.